Hoy me levante con una extraña sensación. Soñé con mi perro, el mismo que falleció antes de embarcarme en esta aventura toda de cambiar de vida, me hace muchísima falta. Hace más de una semana, desapareció Uli, uno de los chandositos de aquí, que me acompañaba todas las noches, y que me recordaba a mi perro cada vez que me miraba, por ser de la misma raza. Hoy me entere que alguien lo vio en la calle, aparentemente fue atropellado y por eso no regresó. Me sorprendió que significara mucho para mí su desaparición pues apenas llevo dos meses acá, pero como ya dije debe ser por lo que me recuerda cada vez que lo veía. No puedo negar que lloré, como cualquiera dejaría escapar una lágrima al recordar a alguien que ha perdido. Y con la imaginación de un niño, creé la imagen en mi mente de los dos, Uli y Pende, en lo que se podría llamar el cielo de los perros, y recordé la película “todos los perros van al cielo” que vi hace mucho tiempo, y me sentí un poco mejor. Hoy escuché a Chico Xavier, mencionar en una entrevista, una frase sobre derramar lagrimas por los muertos, no recuerdo exactamente cuál es, pero me llamo la atención cuando mencionó el lado bueno de llorar por los que ya no están. Aquellos que alguna vez perdieron a alguien me entenderán, aquellos que no, ya lo harán tarde o temprano. Creo que está un poco triste esto, así que vamos a dejarlo por aquí… por ahora…
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